“El propósito de la vida es una vida con propósito” Robin Sharma
Cuando una acción es precedida por una intención n procura de un objetivo, tenemos una alta probabilidad de conectarnos con la fuente para obtener respuestas. Todo comienza a tener gran precisión y nos enfocamos selectivamente en el despertar de la conciencia para generar una identidad y ser protagonistas de nuestra propia vida.
Un compromiso personal en dirección de un propósito es requisito para que éste se vea plasmado en hechos. Algo nos anima y empezamos a sentir un cierto atractivo que revoluciona nuestro sentir y que nos lleva a explorar en lo profundo para hacer lo que nos apasiona pero con excelencia. Existe una fuerza poderosa que nos impulsa en la búsqueda de sentido, que da relevancia a cada intento para seguir sumando y que nos trasciende como individuos para conectarnos con misiones superiores.
Cuando esas aspiraciones personales se ponen en marcha, el propósito adquiere la categoría lo sublime. Ni el conformismo ni la resignación tienen espacio porque cada recurso permite ir escalando hacia el equilibrio y es cuando realmente comprendemos que todo existe por alguna razón y hace parte de un ordenamiento Mayor. Cada experiencia comienza a cobrar vida para que los aprendizajes nos guíen, admitiendo y aceptando que somos aprendices eternos.
Un verdadero propósito debe ir de la mano del amor sin condiciones. Debe llevar una buena dosis de altruismo. Además, estar cargado de gozo sin límites porque es una forma de vivir en presente, de sentir y disfrutar cada segundo sin hostilidades ni remordimientos. Por eso la consecuencia lógica es que haya chispas permanentes de abundancia que nos permitan seguir sumando talentos para recolectar los frutos juntos y entender la vida como expresión milagrosa de la Divinidad.
Vamos tejiendo historias que atesoran un legado colectivo. Queda atrás el temor a equivocarnos porque en cada paso vamos dejando huellas de convicción y entrega para hilvanar sueños. Vibramos de nuevo al unísono porque por fin vamos interpretando que la humanidad es una sola y que en la travesía de cada ser, están inscritos todos los legados de quienes se atrevieron antes que nosotros para contagiarnos de fortaleza y determinación.
Que en el propósito esté la promesa de abrazarnos y que perduren la devoción y la entrega. Que el faro del discernimiento nunca se apague y que cada palabra sea una muestra clara de verdad…
Alejandro Posada Beuth